Julia Otero
Ser buena persona es un gran negocio porque al final, es muy rentable. Ser buena persona es una gran inversión
En Galicia tiene sus raíces y la casa de su abuelo. Pasar una larga temporada en su tierra, dice, la regenera por dentro. Su padre, galleguista, le ha inculcado el amor a la tierra y el sentimiento de pertenencia a una identidad. Julia Otero (Monforte, 1959) es una de las voces más conocidas en el panorama mediático nacional. En 2013 le concedieron el Premio Ondas a la trayectoria radiofónica más destacada. Sobre sus 30 años de radio y sobre su profesión hemos conversado con ella.
- Nos gustaría que nos contases tus inicios… ¿cómo y dónde comenzaste?
- Empecé en Radio Sabadell cuando tenía 17 años haciendo compañía a un amigo mío que tenía un espacio de cine. Empecé allí casualmente. Luego él se fue al servicio miliar y me quedé yo con el programa. Él nunca más volvió a hacer radio y yo desde aquel momento me quedé un poco inoculada con el virus de la radio, pero todavía no tenía una vocación clara y definida de seguir en la comunicación. Acabé COU y después hice la carrera de Filología, recomendada académicamente por mi tutora de COU. En lugar de hacer Periodismo me recomendó que hiciera Filología porque le parecía que la formación para un periodista era básicamente la lengua. Cuando acabé la carrera ya había trabajado en Barcelona en Radio Juventud, después en Radio Miramar… la verdad es que nunca he tenido vocación de trabajar en la radio y sin embargo, la casualidad, que es por lo que pasan siempre en la vida las grandes cosas, me ha llevado a llevar en la radio 30 años.
- ¿Entonces fue la casualidad? ¿Nunca habías pensado en ser periodista?
- Cuando era pequeña hasta los 12 o 13 años mi vocación era la medicina y me sigue apasionando la medicina. Sin embargo, algo tan banal como los horarios de ciencias y letras, por la mañana el de letras y por la tarde el de ciencias, hizo que me condicionara, y me vi haciendo el bachillerato en letras. Me gustaba mucho escribir, siempre he escrito mucho, aunque no he publicado, y ahí se empezó a abrir un poco el camino de la escritura, pero la radio y la televisión nunca fue una vocación en mí. Como mucho pensaba en dedicarme al periodismo escrito, que es al que menos me he dedicado. O sea que no puedo presumir de ningún tipo de vocación audiovisual.
- Después de trabajar en radio diste el salto a la televisión ¿cómo fue?
- Entonces cuando se hacían castings en televisión, solo había una que era la pública y como mucho, alguna de las autonómicas, se nutría de profesionales de la radio. Se buscaban profesionales que estuvieran ya bregados en el campo de la comunicación verbal, como mínimo, y luego se ponía a prueba a esa persona que en la radio ya tenía un nombre, si era capaz de dar bien en televisión. Yo pasé por dos castings, en los dos me tumbaron, y en el tercero me escogieron. Pero era un camino que se recorría entonces bastante habitual. Cuando la televisión buscaba nuevas caras, nuevos rostros, nuevos nombres, normalmente iba a la radio a buscar y yo recuerdo haberme encontrado con compañeros de radio en esos castings. Hice primero un debate en el circuito de Televisión Española en Cataluña y mi circunstancia particular es que cuando llega la propuesta para toda España, que es el programa 3×4, se convierte en un bombazo que en una semana cambia mi vida. De ser una chica anónima a no poder moverme por la calle. El impacto del 3×4 fue impresionante. Era un momento en el que no había cadenas privadas, 7 u 8 millones de personas me veían cada día.
- Tras haber trabajado en radio y en televisión, ¿con qué medio te quedas?
- Yo creo que hay una actitud ética y comunicativa que es la misma tanto en la radio como en la tele. Al final, cómo tú ves las cosas, cómo te gusta abordarlas, te adaptas a un medio u otro, pero siguen siendo los mismos parámetros. Me parecen medios maravillosos los dos. La televisión es una ventana al mundo que nos ha comunicado, que nos ha culturizado en muchas ocasiones… Para mi es el gran medio de masas del siglo XX. Ahora ya estamos en otro momento, en las nuevas tecnologías, pero en el siglo XX es el gran medio de comunicación de masas. La televisión bien hecha, con código deontológico y con principios éticos, es un medio maravilloso. Y la radio, por descontado, por su capacidad de llegar al rincón más pequeño, por la proximidad, por la inmediatez. O sea que no creo que sea inteligente escoger uno u otro, son medios distintos, pero que se manejan, desde mi punto de vista, con los mismos parámetros profesionales y éticos.
- Quizás el periodismo está viviendo hoy mismo sus horas más bajas en cuanto a credibilidad… ¿cómo lo ves tú?
- El periodismo vive momentos críticos como lo vive toda la sociedad. Los medios de comunicación son un reflejo de los tiempos críticos que estamos viviendo, también económicamente. El periodismo tiene un precio. La buena información cuesta dinero. En época de crisis económica también se intenta recortar en comunicación. Y cuando recortas también recortas la credibilidad, porque si no inviertes lo suficiente en hacer ese buen periodismo, el rigor se puede ir perdiendo a jirones por el camino. Pero no es que el periodismo esté peor que otros ámbitos, sino que es un reflejo de los tiempos. Al mismo tiempo, la gran esperanza es que la corrupción en nuestro país, todos los comportamientos sucios que han empeorado la crisis económica, en su inmensa mayoría, han sido denunciados por los medios de comunicación. Los medios y la justicia, los jueces, son realmente la más imparable forma de control de la democracia, de los políticos. No hay democracia sin medios de comunicación libres y no hay democracia sin justicia independiente. Hay personas que en los últimos años creían que se podía prescindir de los periodistas porque en redes sociales uno se entera de todo y parece que el periodista fuera prescindible, pero por otra parte, han sido denuncias de periodistas y de medios de comunicación, las que han alertado y puesto sobre aviso y controlado, al poder político cuando este se ha corrompido.
- Conocemos bastante los medios digamos a pequeña escala y los grupos de comunicación gallegos, pero ¿qué ocurre a gran escala? Tú que estás dentro de un gran grupo, ¿crees que los periodistas son independientes?
- No, claro que no somos independientes. No totalmente. Lo que pasa es que cada periodista debe tener sus líneas rojas, una frontera que no quiere atravesar. Hay muchos factores que pueden condicionar al periodista, lo importante es que cada uno de nosotros tengamos muy claro hasta donde llega nuestra flexibilidad o a partir de qué momento no estamos dispuestos a desistir o a dimitir de nuestro trabajo, de nuestra obligación periodística. Solo un ingenuo puede mantener que el periodismo es 100% independiente o 100% objetivo. Tampoco hay objetividad, lo que pasa es que lo decente, lo honesto, es que, a partir de un determinado pensamiento político o ideología -por supuesto, todos los periodistas la tienen- que esa ideología no le nuble o no le condicione el tratar con el máximo respecto y con idéntico rigor a las ideologías contrarias. La pluralidad debe estar siempre presente.
- Volvemos a tu trayectoria, de los personajes que has entrevistado, ¿con cuál te quedas? ¿de cuál tienes un recuerdo más especial?
- Tengo muchos la verdad, porque he entrevistado a tanta gente… ahora tengo aquí delante una foto con Tina Turner y recuerdo una entrevista magnífica con ella. En el ámbito de las estrellas de la música tengo muy buen recuerdo de la entrevista de Tina Turner y Paul McCartney cuando estuvieron en La luna. Tengo una magnífica memoria de la entrevista a Manuel Gutiérrez Mellado que fue un hombre clave en la Transición Española, que yo creo que se le han hecho menos homenajes de los que deberían. Y hay muchos… no puedo quedarme con uno.
- Ahora, en el momento en el que estamos, ¿a quién te gustaría entrevistar?
- Al Papa Francisco. Me parece una persona muy interesante, un líder, aunque yo no soy creyente, me parece un cambio de aire y de rumbo del Vaticano que me suena bien. Me parece un hombre del siglo XXI. La melodía y las cosas que dice me parecen muy próximas a la Iglesia que yo recuerdo de cuando iba a las monjas, es decir, a la Iglesia de base. El mensaje del Papa Francisco me remite más a la Iglesia de base, que yo siempre he respectado profundamente, mucho más que a la Iglesia de los oropeles que han representado otros miembros de la curia.
- Después de más de treinta años ante los micrófonos, ¿qué te queda por hacer?
- Lo bueno y lo malo que tiene el trabajo en primera línea en radio y televisión es que tú no escoges el tiempo que estás, es la audiencia que, estando o no decide cuánto te queda. Lo que me queda por hacer es, hoy dentro de unas horas empiezo un programa, tres horas de radio, mañana me quedan otras tres horas de radio, y cada tres horas de radio tienen su crónica política, su entrevista, su tiempo para el humor, el momento para la reflexión, para la discrepancia y la trifulca en antena… A mí ya me cambia la vida todos los días, cada día es un programa nuevo, por tanto, lo que me queda por hacer es lo que la propia sociedad a la que me dirijo a través de un medio de comunicación masivo me vaya marcando. No hay retos, la verdad es que soy, eso sí, una afortunada porque disfruto con mi trabajo. Mi trabajo me hace feliz. Mientras me haga feliz, seguiré en el trabajo, siempre y cuando coincida con que la gente que me escucha me siga manteniendo su fidelidad y confianza. No depende solo de mí.
- Una pregunta que siempre hacemos en Qwerty: ¿cuál es tu consejo para aquellos que están comenzando y que quieren conseguir sus sueños?
- Yo creo que lo más importante es perseverar y tener ambición. Cuando tienes muy claro lo que te gusta en la vida y a lo que te quieres dedicar, lo importante es tener la ambición de conseguirlo. La ambición a veces tiene mala reputación, pero es la que nos levanta de la silla, la que mueve nuestros impulsos y nuestra actividad. Tener ambición y perseverancia. Es decir, uno tiene que levantarse tantas veces como sea necesario, nunca arrojar la toalla. Yo estuve muchos años en una pequeña emisora local, sin cobrar, estudiando por la noche, trabajando de madrugada, en los peores horarios… La vida tiene una parte de meritoriaje que tienes que ganarte y desde luego tienes que tener una actitud positiva, hay que procurar no ser una persona amargada. Y lo más importante que decía Kapuscinski, que me parece fundamental: además de todo eso hay que ser buena persona. Ser buena persona es un gran negocio, a corto, a medio y a largo plazo porque, al final, es muy rentable. Ser buena persona es una gran inversión.