Sergio Vilaboy – El cielo por oficina
Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida. Es la famosa cita del filósofo chino Confucio. Sergio Vilaboy ha conseguido hacerla realidad y vivir con pasión su profesión. Es piloto, comandante e instructor en la compañía aérea Air Europa.
Con 18 años le dijo a su madre que quería ser piloto. “Llegar a casa y decir que quieres ser piloto y aún encima tenerte que marchar fuera era muy difícil. Hace 22 años todo era muy diferente. Se lo tengo que agradecer a mi madre, me apoyó mucho”, recuerda Sergio. Siempre ha tenido claro que se quería dedicar a algo que estuviese relacionado con el mundo del motor. Fue una conversación con su tía la que le llevó a formarse para convertirse en piloto: “una tía mía de Madrid me dijo un día que podía ser piloto. Hice COU y la selectividad, pero no me interesaba ninguna carrera y recuerdo que cuando mi tía me lo dijo, lo decidí”, explica. “No sabía muy bien cómo funcionaba, no tenía ninguna referencia, pero con 18 años me fui a estudiar a Sabadell”, cuenta. Con 25 años se convirtió en uno de los pilotos más jóvenes de la compañía, después de aprobar unas oposiciones: “me presenté a varias oposiciones decantándome por Air Europa en aquel momento y la verdad es que acerté”.
De su primer despegue solo recuerda ver “agujas” en el cuadro de mando, pero asegura que “acaba siendo fácil”. Al tercer día de volar supo que había acertado con su profesión: “me encanta, me apasiona mi trabajo, no podría hacer otra cosa”.
Al tercer día de volar supo que había acertado con su profesión:
“me apasiona mi trabajo, no podría hacer otra cosa”
Lleva 15 años trabajando en Air Europa y ha pasado de comandante a instructor: “recuerdo que los cuatro primeros años aprendí un montón, hacíamos vuelos charter. Estuve ocho años de segundo y luego me pasaron a comandante. Volé aviones Boeing 737 y ERJ 190 y hace cinco años que soy instructor. Hace tres años que soy examinador y llevo un año trabajando como jefe de flota e instrucción con 117 pilotos a mi cargo”, cuenta. “Instruyo a gente joven y me gusta mucho mi trabajo, hay una fase teórica, con los simuladores, y la última etapa del aprendizaje ya es en el avión, es la fase de instrucción en línea, la más bonita”, cuenta Sergio.
Cuando habla de su trabajo lo hace con pasión. Cada palabra deja entrever que es piloto por vocación y que disfruta al máximo de todo lo que hace. Actualmente trabaja en las oficinas generales que Air Europa tiene en Palma de Mallorca. Dice compaginar sin problema su faceta laboral con la familiar: “los horarios se llevan bien y hoy en día las nuevas tecnologías te permiten estar en casa, aunque estés lejos”, explica. “Muchas veces llego a casa más temprano que compañeros o amigos que trabajan en otros sectores. La verdad es que aunque paso días fuera de casa, lo llevamos muy bien”, asegura. Reconoce además que el ser piloto le ha hecho renunciar a ciertas cosas: “cuando nacía mi hija yo estaba fuera, me llamaron y me vine en el avión del correo, pero aterricé en Santiago y recibí el mensaje de que ya había nacido. Te pierdes cosas, pero es llevadero”.
Su profesión le ha llevado a viajar por medio mundo, pero aclara que no es lo mismo viajar por trabajo que hacerlo de vacaciones: “os puedo asegurar que en muchas ocasiones para disfrutar de sitios bonitos e increíbles no hay que coger el avión, los tenemos más cerca”.
Además de ser una profesión de altura, la tensión y la responsabilidad son también compañeras de viaje. El piloto pontés explica que “más que miedo, sientes tensión”. Confiesa que ha pasado por momentos difíciles y tensos, pero “sin margen para el error si sigues los procedimientos”. Lejos de lo que pueda parecer su labor no consiste solamente en pilotar el avión: “hay todo un trabajo de gestión del vuelo muy importante, es una parte de trabajo tremendo que no se ve. Y es increíble la cantidad de gente que hay detrás para que un vuelo despegue. Tienes que gestionar y solucionar problemas que van más allá del pilotaje del avión”.
Actualmente ocupa también el cargo de jefe de día en Palma de Mallorca: “me quedo de guardia con un equipo de técnicos y activamos los procedimientos necesarios para cada problema que pueda surgir en los vuelos de la compañía”, explica.
Ha perdido la cuenta de las horas de vuelo: “al principio vas sumando las horas de cada vuelo, pero cuando superas las 10.000, ya dejas de contarlas”, dice Sergio. Y entre todos los contratiempos, las anécdotas y las experiencias, recuerda con especial cariño el viaje que hizo desde Brasil a Canarias: “fuimos a Brasil a buscar un avión a la fábrica y lo estrenamos. Era un vuelo en el que probamos todos los sistemas. Aquella fue una experiencia muy bonita”, recuerda.